domingo, 14 de septiembre de 2008

Wanama

Se crió saltando entre los rollos de tela de John L. Cook. En plena crisis de 2001 lanzó Wanama, una marca de indumentaria que ya tiene 250 puntos de venta entre propios, franquicias y multimarcas. En 2005 fue por más: recompró Cook que, en manos de un fondo de inversión, había perdido el liderazgo de cuando los Fitá eran sus dueños. Creó también La mejor flor (florería boutique) y Tikal (chocolatería premium), empresas que luego vendió. Hoy tiene infinidad de proyectos entre manos. Conozca los secretos de un (re)emprendedor de sólo 32 años.
La corrida bancaria parecía no tener freno. El sistema financiero local se había derrumbado por completo y la palabra corralito ya era una más entre todos los argentinos. No eran tiempos sencillos. El por entonces presidente de la Nación, Fernando de La Rúa, había dictado el estado de sitio y, agobiado por un país fuera de control, renunció ante el eco de las cacerolas. Luego llegó la cesación de pagos, la salida de cinco presidentes y un país que retrocedió a fojas cero. Sin embargo, dicen que en toda crisis hay una oportunidad. Al menos eso fue lo que motivó a Emiliano Fitá a emprender una revancha familiar. O, mejor dicho, su regreso a las fuentes.
“Por la crisis tuvimos un costo de ingreso muy bajo. Desde lo estratégico ganamos ubicaciones en forma rápida y pudimos entrar a los shoppings cuando todos querían salir”, recuerda el emprendedor. Tenía 29 años y no era ningún improvisado en el negocio. De chico participó de todas las etapas de producción y se crió saltando entre los rollos de tela en la fábrica de la mítica John L. Cook, que nació en 1975 y fue un éxito hasta 1998 en que se vendió al fondo Argentine Venture Partners (AVP), que finalmente la llevó al cierre en el año 2000. Cook había sido fundada por sus padres, Ramiro Fitá y Adriana Pierini, que la convirtieron en la brand líder del segmento teen con más de 60 locales. Cuando la vendieron, Emiliano se quedó trabajando un año y medio más. Pero decidió independizarse y creó La mejor flor, una boutique de flores exóticas, a lo que se sumó después Tikal, una chocolatería premium, firmas que luego vendió. Vivió desde afuera la caída de la firma en manos de AVP y por ello no dudó, tiempo después, en recomprar y lanzar la marca en cuanto tuvo la oportunidad.
Las mismas tijerasLa historia de Emiliano Fitá tiene varios puntos en común con sus colegas del mundo textil. Si bien admite no haber sido un estudiante muy aplicado -“pasé por varios colegios en mi vida”- también hizo zapping universitario: un poco de administración, marketing y publicidad. “Crecí en el ambiente emprendedor y entre esos temas. En casa se hablaba de ropa, se respiraba y se disfrutaba. Por eso, a los 14 empecé a trabajar y tal vez por ello una de las razones por las cuales tampoco terminé una carrera es que me aburría y quería insertarme pronto en el mundo laboral”, comenta. Cuando todavía Emiliano era chico, su padre implementó una modalidad que descubrió en Estados Unidos: de esa forma, Emiliano pasó por las áreas más disímiles de la empresa para entender la lógica de todos y cada uno de los sectores. No obstante, también cree que la universidad le dio upgrade en algunos temas o formalidades que tienen que ver con las evoluciones del sistema empresarial. “De hecho, trabajamos para ser una firma profesional con esencia familiar”, comenta el entrepreneur a quien sus pares definen como todo un intuitivo.
La elegida para el renacimiento en el rubro textil fue Wanama, una marca que inicialmente iba a ser denominada Bandana pero que quedó en el camino ante la aparición del grupo surgido del reality show Popstars. La compañía nació con foco en las jóvenes de entre 14 y 30 años, pero después sumó al segmento masculino y se fue transformando en la medida que avanzaba la estrategia. Así, en los últimos siete años creció paulatinamente y hoy ya tiene 250 puntos de venta entre propios, franquicias y multimarcas. Incorporó, además de indumentaria, perfumería, una línea de underwear, otra de cuero y gafas y hasta un Wanama Bar con el que se diversificó hacia el sector gastronómico y que funciona sobre una superficie de 100 metros cuadrados en Unicenter. “Crece a un ritmo de entre el 30 y el 35 % cada año”, precisa. Si bien está presente en varios países del exterior, Fitá asegura que la meta “es convertirnos en referentes de Sudamérica”. México es el mercado a conquistar en una primera fase, ya que Brasil resulta muy complejo para el segmento de indumentaria y varias firmas locales que apostaron allí tuvieron que regresar. No obstante, las tasas arancelarias del 35 % del mercado azteca dificultan un desembarco por lo que la mira se redireccionó hacia Chile, Perú, Paraguay y Uruguay. Otro de los nuevos desafíos es la incursión en Australia, donde acaban de incorporar distribución nacional a través de un mayorista. El primer paso que dieron allí fue con la representación de Justin Smith y Bianca Bernardi a través de un local inicial en Melbourne, más precisamente sobre la calle St. Chapel, que nuclea a las principales brands de moda. El plan incluye también Sydney, Perth y la Gold Coast. “Se concretará dentro de los próximos tres años, aunque no es sencillo pilotearlo desde la Argentina”, comenta Ramiro Fitá. También realizan ventas a Singapur y Estados Unidos. Para ello, el trabajo está focalizado en la mejora de los canales y el aumento de la cadena de retail. “La estrategia es la consolidación de la empresa para dejar de ser una Pyme”, revela. “Hay que dejar muchos vicios que tenemos, como todas las pequeñas empresas, pero con cuidado porque en ciertos casos también son virtudes. En definitiva, hay que ver cómo -en ese proceso- no olvidarnos de las cosas que nos hicieron crecer, pero sí ganar en estructura y organización”, afirma convencido. Y, definitivamente armar un equipo que lo acompañe. “Las organizaciones son lo más importante. Uno solo no hace nada. Quien como emprendedor y empresario logra un buen team, consolida sus proyectos; si no termina cayéndose”, comenta.
La conquista de CookPero Wanama no es el único proyecto que maneja. En 2005, incentivado por el remate de la marca que habían fundado sus padres, Fitá logro recomprar Cook. Lo hizo junto con Ramiro (a quien logró convencer) y Susana Cáceres Monié, partner histórica de la familia. Se dio en el marco de un contexto local en el que gran parte de las marcas líderes de los ‘90 habían entrado en crisis. Por ejemplo, Vitamina fue rematada y, en ese marco, adquirida por Aldo Navilli, propietario de los bizcochos 9 de Oro, que trazó la nueva estrategia. Similar fue el caso de la brand para chicos Coniglio, que fue vendida por el Exxel Group a un grupo de emprendedores locales que la relanzaron. El grueso de las inversiones para el renacimiento de Cook se destinaron a los equipos de diseño y producción así como a la apertura de dos megastores bandera en Unicenter (500 metros cuadrados) y Abasto (400 metros cuadrados) como plataforma de largada de una estrategia que también incluye el interior del país. Si bien, en esta nueva etapa, la marca respetó sus valores históricos, “ahora es más urbana, joven y agresiva”, revela Ramiro Fitá, quien junto a Josefina lidera Cook. Sus proyectos actuales están centrados en el desarrollo y crecimiento de las dos brands y en el armado de un conglomerado de marcas bajo el paraguas de Big Bloom, tal como ocurre con las principales etiquetas a nivel internacional. Básicamente, el target de Cook es más joven: alguien de entre 14 y 18 años que está en el secundario o terminándolo. “Y Wanama es para gente un poco más grande, con una línea que pensamos para una mujer de 28 a 30 años, que terminó la facultad y tiene un desarrollo profesional consolidado. Y también tenemos la línea W, que es para quienes todavía están en la universidad pero ya dejaron el nido y están dando sus primeros pasos en el mundo laboral”, define. Es, justamente, el difícil segmento de quienes están a mitad de camino entre la adultez y la adolescencia. En menos de tres años Cook ya abrió 5 locales propios, 4 franquicias y 50 multimarcas. “Queremos crecer exponencialmente, agrandar y abrir la cadena porque es lo que pide el mercado”, comenta. Para ello formaron un nuevo equipo de diseño integrado por once personas y que incluye varios clásicos reloaded de la primera etapa. El objetivo es más que ambicioso: incrementar las ventas un 60 % este año. También avanzarán en un concepto de decoración del estilo my first apartment con tazas, individuales y cortinas de baño, aunque para ello necesitan consolidarse en la conquista de grandes locales y superficies. Además renovarán las alianzas en el segmento de entretenimiento. “Se consolida el acuerdo entre Cook y Coca-Cola y también con Disney, con quienes ideamos más proyectos compartidos”, agrega. La alianza local de la multinacional de las gaseosas fue la segunda que ésta hizo a nivel mundial (después de Brasil, con la marca verdeamarelha Colcci). La colección local, en tanto, exhibe una línea compuesta por remeras, buzos, bolsos y accesorios inspirados en los años 50 y 70, estilo vintage. Similar es el look desarrollado junto con Disney, revela Ramiro Fitá, quien acaba de regresar de un viaje por Japón en el que delineó la nueva temporada. Cook ya está en Uruguay y Paraguay, pero esperarán que la marca se consolide aún más en el país antes de la expansión internacional. “La idea es no acelerar los procesos”, asegura. Llega el momento del balance. Cuando se le pregunta por sus planes, asegura que “estoy muy contento con lo que soy a nivel empresarial, pero sobre todo como persona. Me gustaría consolidar la empresa y, a nivel familiar, seguir afianzando la base, que es lo más importante y lo que más vale”, concluye el joven padre de Fortuna, a quien proyectos no le faltan. Y tampoco deseos de sumar nuevos integrantes a la familia.

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