domingo, 22 de junio de 2008

El mundo debate cómo evitar el caos por el alza sin freno del petróleo

El barril podría costar más de 200 dólares

La Nación - Domingo 22 de junio de 2008

PARIS.– La verdadera pregunta no es hasta dónde seguirá subiendo el precio del petróleo, sino qué hará el mundo para no sumergirse en el caos con un barril que cueste más de 200 dólares.

El tiempo de la energía abundante y barata se terminó. “En los próximos 40 años el hombre deberá hacer frente a un inmenso desafío: compensar la desaparición de los hidrocarburos, aumentando al mismo tiempo la producción mundial de energía”, advierte el especialista francés Jacques-Olivier Martin.

Hace un año nadie imaginaba un barril a 200 dólares. Hoy, esa cifra alimenta todas las proyecciones. El precio del petróleo pasó de 10 dólares en 1999 a 95 el año pasado. La semana pasada rozó los 140 dólares y son numerosos los observadores que pronostican que seguirá subiendo.

“A partir de ahora se producirá un dramático y continuo aumento de los precios. El barril podría llegar a 200 dólares entre los próximos seis a 24 meses”, advirtió el banco de negocios Goldman Sachs.

Es difícil imaginar cómo esa tendencia podría revertirse en un mundo donde el apetito de energía de los países emergentes es cada día más voraz, la especulación descontrolada representa casi un tercio del precio actual y los yacimientos declinan inexorablemente.

A pesar de ser uno de los secretos mejor guardados del planeta, las cifras hablan por sí solas: actualmente sólo quedaría un billón de barriles de petróleo de reserva. A razón de un consumo (actual) de 30.000 millones de barriles anuales -o 150 metros cúbicos por segundo-, el planeta se quedará sin ese combustible dentro de 40 años.

"Aun teniendo en cuenta los campos petrolíferos de más difícil acceso (las profundidades del golfo de Guinea o los hielos árticos), las reservas no superan los dos billones de barriles", afirma un informe del World Energy Technology Outlook.

Esas dramáticas previsiones han traído consigo el pesimismo. Los responsables políticos de los grandes consumidores (Estados Unidos, Europa y Asia) saben que la falta de combustible tendrá dramáticas consecuencias.

"Hay que tener el coraje de decirlo en voz alta: los precios del combustible y de los alimentos no bajarán", admitió hace poco el presidente francés, Nicolas Sarkozy.

Francia, como el resto de los países europeos, ha sido impotente escenario de tres semanas de manifestaciones y actos de protesta de pescadores, transportistas y agricultores que exigen medidas para paliar los aumentos del combustible.

Reunidos esta semana en Bruselas, los 27 países miembros de la Unión Europea (UE) solicitaron a los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) producir más petróleo, pero descartaron intervenir en el mercado.

La UE cree que la única solución es "adaptar" la economía europea al nuevo escenario. El problema reside en cómo hacerlo rápidamente, evitando profundos traumatismos políticos y estructurales. Dar respuesta a ese rompecabezas representa un desafío colosal.

Hacia la regionalización

La progresión incesante del petróleo ha llevado a sectores enteros de la industria al borde del colapso. Las empresas aéreas quiebran en cadena, el aumento vertiginoso del precio de los alimentos sacó a miles de pobres a las calles en todo el mundo y disparó la inflación.

Esa presión financiera se está haciendo sentir sobre todo en los mercados emergentes como India y China que, hasta ahora, actuaron como frenos de la inflación mundial exportando productos y servicios a bajo precio. Si los mecanismos regulatorios del precio de la energía se rompen, esos mismos países podrían transformarse en exportadores de inflación.

El petróleo por las nubes tendrá otras consecuencias. Para ciertos analistas, el costo del transporte será tan absurdo que el mundo volverá a una regionalización del comercio e incluso a una reversión del proceso de globalización.

"Japón seguirá haciendo venir sus productos de China, pero Estados Unidos comprará cada vez más en América latina. Lo mismo sucedió entre 1973 y 1979 (durante los dos shocks petroleros precedentes)", señala Jeff Rubin, economista de CIBC World Markets.

Pero esa regionalización no se limitará al comercio. En ese proceso, aquellos que hasta ahora se han beneficiado con el boom petrolero serán cada vez más ricos, al punto de llegar a provocar una transformación profunda de las relaciones de poder en el planeta.

Posible escenario

Ciertos países -como Rusia, Irán y Venezuela- pesarán cada vez más en la economía mundial. Cuando el precio del barril llegue a 200 dólares, las reservas de petróleo probadas de los seis países del Golfo Pérsico valdrán 97 billones de dólares, el equivalente a todas las acciones cotizadas en los mercados internacionales.

Con ese impulso económico, esos actores continuarán creando nuevas estructuras financieras y de servicios. Los fondos soberanos seguirán comprando sectores enteros de bancos e industrias occidentales, pesando cada vez más en las decisiones internacionales y profundizando las tendencias proteccionistas en Europa y en Estados Unidos.

Las consecuencias de ese desplazamiento de los centros de poder económicos también serán geopolíticas.

"Si Irán se enriquece, el Hezbollah podría ser aun más fuerte. O China podría controlar cada vez más a Africa", analiza Frédéric de Monicault, especialista francés en relaciones internacionales.

En ese proceso, también podrían cambiar los valores defendidos hasta ahora por Occidente en materia de derechos civiles. Entre otras crisis, el mundo asistirá seguramente a un recrudecimiento de conflictos regionales alimentados por la codicia del control de los yacimientos de petróleo.

Como sucede en Irak o en Nigeria, cerca de un tercio de las guerras civiles y conflictos étnicos actuales se registran en países petroleros. Teniendo en cuenta que de aquí a 2030 los combustibles fósiles seguirán alimentando el 90 por ciento de las necesidades globales de energía, el mundo se encuentra ante una verdadera encrucijada.

"El petróleo seguirá representando el 34% del consumo, seguido por el carbón (28%) y el gas natural (25%). Por su parte, las energías nuclear y renovables cubrirán el 20% del consumo", afirma el World Energy Technology Outlook.

La respuesta al futuro energético es urgente e imprescindible. Ese inmenso desafío político y tecnológico no sólo deberá dar soluciones alternativas a un planeta sin petróleo: también tendrá que resolver cómo satisfacer la demanda exponencial de energía de un mundo que consumirá dos veces más de electricidad en 2030.

Por Luisa Corradini
Corresponsal en Francia

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