Algunos lo llaman el "rey de la ropa casual" porque en menos
de tres décadas convirtió una sastrería que heredó de su padre en el
multimillonario imperio de Uniqlo, la marca que compite con Zara y H&M por
dominar el mercado global de la ropa. A sus 69 años, Tadashi Yanai es el
segundo hombre más rico de Japón, con una fortuna estimada en US$21.000
millones, según la revista Forbes.
Uniqlo, su empresa más conocida, tiene más de 1900
tiendas en 18 mercados y se convirtió en la mayor cadena del sector en Asia. Su
objetivo ahora es convertirse en el primero del mundo, pero para lograrlo
tendrá que superar primero a la española Inditex, que tiene la marca Zara, y a
la sueca H&M.
"Cuando
vas a competir en los Juegos Olímpicos, nadie se va a entusiasmar si dices que
tu objetivo es la medalla de bronce o la de plata", dijo Yanai en una
entrevista con el diario Japan Times. Según Milton Pedraza, fundador y director
ejecutivo de la consultora de análisis de mercado Luxury Institute, el
empresario es un estudioso de los éxitos y los fracasos de la industria.
"Ha
analizado a las mejores firmas y ha internalizado las lecciones para ofrecer
una cautivante propuesta de valor", le dice Pedraza a BBC Mundo.
"Yanai es humilde y conocido por ser fenomenalmente innovador",
agrega.
Otros
analistas, aunque lo reconocen como un gran estratega, dicen que es demasiado
controlador del negocio y que interfiere hasta en las más mínimas decisiones,
incluyendo hasta los colores de algunas prendas. Un estilo gerencial que ya
habría alejado a algunos ejecutivos de la compañía.
La sastrería del padre
Su
padre, Hitoshi Yanai, tenía una sastrería que confeccionaba trajes formales
para caballeros en el pueblo industrial y minero de Ube, en el sur de Japón.
Como hijo único, a él le tocaría hacerse cargo del negocio familiar, pero antes
de que eso ocurriera fue a estudiar economía y política en la Universidad de
Wasedak, en Tokio.
Como
él mismo recuerda, en esa época escuchaba jazz y participaba en las protestas
estudiantiles contra la Guerra de Vietnam. Tal era la efervescencia a fines de
los 60, que la universidad se cerró por unos meses y Yanai se fue de viaje a
Estados Unidos y Europa, en lo que sería un recorrido que le "abrió los
ojos" y le enseñó más cosas de las que había aprendido en la universidad.
Le
impresionó la expansión en el mercado de cadenas como Gap y, cuando finalmente
se hizo cargo del negocio de su padre en 1984 (que constaba de 22 tiendas),
decidió convertirlo en una empresa de ropa casual de bajo costo en Hiroshima.
La fortuna de Yanai está estimada en
US$21.000 millones.
Le
puso Unique Clothing Warehouse y en 1988 acortó el nombre a la marca Uniqlo.
Una década después, había abierto 300 tiendas en Japón.
Casado
y con dos hijos adultos (uno de ellos trabaja actualmente en Uniqlo), a Yanai
le encanta hablar del fracaso. En su autobiografía One Win, Nine Losses
("Un triunfo, nueve fracasos") insiste en que las caídas son
oportunidades, algo que le tocó vivir en carne propia.
Su
primera incursión en el extranjero fue un desastre: tuvo que cerrar las tiendas
que abrió en Londres porque el negocio no funcionaba. Experiencias parecidas le
ocurrieron en China y Estados Unidos, mercados donde tenía altas expectativas
pero las cosas sucedieron mucho más lentamente de lo que esperaba. Pero como
Yanai parece ser una persona con determinación, insistió en esos mercados con
nuevas estrategias hasta que logró abrir cientos de tiendas en todo el mundo.
El giro de la marca
Para
entrar en nuevos mercados y mejorar su posición en Japón, Yanai tuvo que
reinventar la marca. En su tierra natal, la firma se había hecho conocida por
sus típicas "chaquetas de polar" y otras prendas de vestir de estilo
casual-deportivo consideradas como económicas y de baja calidad.
Para
cambiar esa imagen, en 2004, la compañía dio a conocer una "Declaración
Global de Calidad", con la que planeaba salir a conquistar el mundo.
Uniqlo
tiene centros de investigación para innovaciones tecnológicas textiles.
Lanzó
al mercado líneas de vestir con nuevos diseños y materiales textiles que
incorporaban tecnología para obtener los mejores resultados en distintos tipos
de clima. "No me interesa ser el más barato", dijo Yanai en una
entrevista en Reino Unido con el periódico Telegraph.
Desde
hace unos años la empresa se concentra en crear telas que son el resultado de
investigaciones tecnológicas para mejorar su calidad con fines prácticos.
"Uniqlo no es una empresa de moda, es una empresa tecnológica", dijo
Yanai.
El
cambio en las telas de las prendas de vestir vino acompañado con las gigantescas
campañas para posicionarse en otro segmento de mercado.
Abrió
tiendas en los sectores más exclusivos de las capitales, contrató a diseñadores
y artistas de fama internacional, además de hacer alianzas con personalidades
que trabajaron en la revista Vogue París. Y para promover su línea deportiva,
auspició a jugadores de tenis como Novak Djokovic, Kei Nishikori y Shingo
Kunieda, además del golfista australiano Adam Scott.
Yanai
mismo es un amante del golf que mandó a construir un campo de golf en miniatura
en el jardín de su mansión en Tokio.
Protestas por condiciones laborales
Pero
el éxito en ventas está acompañado de protestas por parte de trabajadores en
algunos países. A fines de febrero hubo una protesta en Londres para exigir el
pago de US$5,5 millones en indemnizaciones por el despido de 2.000 trabajadores
en Indonesia.
Activistas
proyectaron mensajes contra Tadashi Yanai en la famosa galería Tate Modern que
decían "págale a los empleados que te hicieron rico". Y hace dos años
hubo varias denuncias sobre las condiciones laborales de los trabajadores en
las empresas subcontratadas por Uniqlo en Asia para fabricar la ropa.
La
denuncia suele ser la misma: que Uniqlo se haga responsable de fiscalizar a las
firmas que le proveen servicios. A pesar de estos cuestionamientos en la cadena
de producción, Yanai argumenta que su compañía tiene un alto perfil de
responsabilidad social que se concreta en donaciones filantrópicas y apoyo a
campañas internacionales por causas humanitarias.
"Ser el primero"
Con
varios centros de investigación tecnológica que intentan trabajar en las telas
del futuro, Yanai le dice a todo el que quiera escuchar que su objetivo es
aumentar las ventas de Fast Retailing (la casa matriz de Uniqlo) y convertirse
en la mayor compañía de ropa del mundo en 2020.
Analistas
de la industria dicen que el reto no será fácil porque los competidores también
se propusieron grandes metas, aunque las estrategias son diferentes. Takahiro
Saito, un consultor experto en la industria de la moda, escribió en su libro
"Uniqlo vs Zara" que una de las claves del éxito de la firma japonesa
es vender prendas que "prácticamente todo el mundo puede vestir,
independiente del gusto que tenga en moda".
Por
otro lado, dice Saito, la estrategia de Zara se basa en la venta de prendas de
moda de alta calidad, pero a precios razonables.
Una
opinión similar tiene Milton Pedraza, quien cree que Uniqlo se expandió porque
apuesta por ropa que "nunca pasa de moda". "Apela a consumidores
de todas las edades, etnias, géneros e ingresos. Es una fórmula competitiva de
éxito que manejó correctamente", agrega el analista. Falta poco para que
se cumpla el plazo autoimpuesto por Yanai para superar a sus rivales y, por
ahora, no está claro si podrá lograrlo.
Con
todo, el empresario sigue fiel a su meta. "Información e innovación
digital determinarán quién será el ganador", le dijo Yanai a la revista
Forbes Asia. Y aunque está a punto de cumplir 70 años, el multimillonario no da
señales de querer retirarse. Al contrario, insiste en que nunca está realmente satisfecho
y que le gusta escalar montañas porque disfruta el ascenso.
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